Redes eléctricas: el eslabón olvidado de la transición energética

September 19, 2025 at 5:34 AM
Joan Ramon Morante y Héctor Santcovsky

AI Analysis

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Summary

La transición no será viable si seguimos obviando que una red saturada convierte cada megavatio de renovable en una promesa incumplida.

<p><img alt="" src="https://cdn.elperiodicodelaenergia.com/2025/03/67dbd1c0dd75d5ac03c70f0e.jpg" /></p><p>Cuando hablamos de transición energética se suele centrar el debate en la producción de la energía, focalizándose en la expansión de las renovables, la irrupción del hidrógeno verde o los grandes objetivos de descarbonización de la economía que marcan tanto la Comisión Europea como los planes nacionales. Sin embargo, existe un eslabón de la cadena energética, mucho menos visible, pero al mismo tiempo  fundamentalmente decisivo como es el transporte y la distribución de la energía por medio de las redes eléctricas.</p>
<p>Sin redes capaces de evacuar, transportar , distribuir y equilibrar el nuevo mix energético, cualquier discurso de neutralidad climática se convierte en retórica vacua. No considerar el estado actual y la función futura de las redes eléctricas es hacerse trampas en el solitario cuando la requerida electrificación para una lucha efectiva contra el cambio climático en la hoja de ruta de la transición energética (ecológica) precisa multiplicar del orden de tres la actual capacidad de las redes eléctricas lograda durante un siglo de desarrollo del sistema eléctrico.</p>
<p>El reciente apagón del mes de abril fue un recordatorio de que la transición no es solo cuestión de instalar más megavatios fotovoltaicos o eólicos, sino de garantizar que la electricidad llegue a hogares, industrias y servicios con estabilidad y seguridad. Y ahí radica una de las grandes paradojas actuales: mientras inversores y compañías —incluidas las del sector fósil que se jactan de estar en proceso de acelerada reconversión— concentran sus recursos en generación renovable, el sistema de redes queda relegado a un segundo plano, como si fuese un problema colateral o menor.</p>
<p>Por el contrario, en la mayoría de las comunidades en España, (País Vasco, La Rioja, Navarra, Aragón, Andalucía…) la saturación de la red está próxima al 100% constituyéndose en un impedimento total al despliegue y progresión de la transición energética. <a href="https://elperiodicodelaenergia.com/las-grandes-electricas-confirman-el-atasco-el-83-4-de-los-nudos-de-la-red-de-distribucion-ya-estan-saturados/">Las redes están congestionadas</a> y ya casi no pueden aceptar mas solicitudes de conexiones dificultando la evacuación de la electricidad renovable producida, el despliegue de proyectos basados en electrolizadores (hidrógeno, usos del CO2, economía circular…), sistemas de captura de CO2, llevar a cabo planes de electrificación como ejecución de los planes de mitigación de emisiones declarados en las declaraciones de la huella de carbono, electrificación de la movilidad…..¿dónde y cómo quedan todos los “kpi’s” (objetivos) clamados en los discursos de los responsables de la lucha contra el cambio climático y la transición ecológica? Las redes eléctricas son una infraestructura esencial y prioritaria.</p>
<h3>Demasiado ruido</h3>
<p>La transición energética requiere de ensayos para ratificar las expectativas y esperanzas depositadas en tecnologías emergentes no probadas todavía suficientemente. Por ello, se multiplican los anuncios de proyectos piloto —startups, prototipos, demostradores— pero que pocas veces llegan a escalar sea una dimensión industrial debido a la falta o a las incertidumbres sobre las infraestructuras eléctricas necesarias.  El caso del hidrógeno verde es paradigmático, ya que, más allá del potencial real de esta molécula, buena parte del debate se queda en la promesa, mientras se posterga la construcción de infraestructuras efectivas ¿Se puede hablar en propiedad de proyectos con grandes electrolizadores, superiores a 20MW o incluso 150MW, sin tener un punto de conexión a la red eléctrica que garantice el suministro de esta potencia eléctrica?</p>
<p>La confrontación política y los intereses comerciales añaden ruido y urgencia artificial. Es más fácil vender una “solución milagrosa” de rápida aplicación, o anunciar avances (más bien anuncios casi publicitarios) de los logros que se alcanzarían con las renovables, que explicar a la ciudadanía estrategias de medio y largo plazo que requieren sacrificios: elevadas inversiones, ocupación y afectación en el territorio, cambio de tarifas, , alteraciones, cambios o modificaciones del suministro, posible no abandono de nucleares o fósiles – especialmente gas - o la imposibilidad de garantizar energía abundante y barata a la industria intensiva a bajos costes. El precio eléctrico es hoy uno de los mayores obstáculos para la competitividad industrial en España y en Europa, y el futuro no apunta necesariamente a un abaratamiento.</p>
<p><img alt=" /&gt;&lt;/p&gt;&lt;p&gt;La magnitud de la brecha es difícil de ignorar. Algunos datos así lo corroboran. Por ejemplo, en &lt;strong&gt;España&lt;/strong&gt;, el PNIEC estima que hasta 2030 será necesario invertir unos &lt;strong&gt;52.000 millones de euros&lt;/strong&gt; en redes de transporte y distribución de los cuales &lt;a href=" src="https://cdn.elperiodicodelaenergia.com/2024/06/667d6f695f6aad5b347f8f68.jpg" /></p><p>La magnitud de la brecha es difícil de ignorar. Algunos datos así lo corroboran. Por ejemplo, en <strong>España</strong>, el PNIEC estima que hasta 2030 será necesario invertir unos <strong>52.000 millones de euros</strong> en redes de transporte y distribución de los cuales <a href="https://elperiodicodelaenergia.com/el-gobierno-presenta-la-nueva-planificacion-energetica-a-2030-y-aumenta-el-limite-de-inversion-en-redes/"><strong>13.590 millones de euros hasta el final de la década</strong></a><strong>, tal como ha anunciado la Vicepresidenta en estos días</strong> (El Periódico de la Energía). Faltaría saber si habrá capacidad de ejecución de la misma si partimos del hecho y el dato que solo en 2024, la inversión de Red Eléctrica alcanzó los <strong>1.104,9 millones</strong>, un 34 % más que en 2023, cifra récord, pero todavía insuficiente, lo cual a ese ritmo lejos estará de arribar a las metas propuestas.</p>
<p>Observemos que, en el <strong>primer semestre de 2025</strong>, la demanda eléctrica española alcanzó <strong>124.901 GWh</strong>, un 2,5 % más que en 2024 y solo la fotovoltaica aportó en junio <strong>5.997 GWh</strong>, con una cuota del <strong>26 %</strong> en el mix. El reto ya no es generar, sino integrar. El problema es que <strong>más del 83 % de los nudos eléctricos</strong> del país están saturados, lo que impide nuevas conexiones renovables o industriales. Cómo ejemplo,  en Murcia, esa saturación afecta a 68 proyectos energéticos por valor de <strong>1.000 millones de euros</strong> y más de <strong>900 MW</strong> bloqueados. A parte de los proyectos energéticos (electricidad, frio, calor…) hay también que considerar las demandas eléctricas surgidas por nuevas necesidades de la sociedad como los “data centers”, las desaladoras….</p>
<h3>Enormes inversiones</h3>
<p>La <strong>Comisión Europea</strong> advierte que, para cumplir los objetivos de 2030, serán necesarios <strong>584.000 millones de euros</strong> de inversión en redes a escala continental. Si miramos al largo plazo, entre 2024 y 2050 la UE debería movilizar entre <strong>1,99 y 2,29 billones de euros</strong> en infraestructuras eléctricas, tanto de transporte como de distribución. Como recordaba un informe de la Comisión de junio de 2025, “si no se acelera la inversión en redes, los objetivos climáticos y de renovables quedarán fuera de alcance”.</p>
<p>A esta demanda hay que sumar tal como se ha indicado otros factores emergentes ligados a la industria 4.0 y la digitalización de la sociedad que complica aún más el panorama  al precisar un crecimiento de los centros de datos y en el uso de la inteligencia artificial. Cada gran instalación de servidores consume tanto como una ciudad mediana, elevando exponencialmente la presión sobre unas redes que ya se encuentran tensadas. Las curvas de demanda se vuelven más complejas, los picos más pronunciados y la planificación mucho más incierta.</p>
<p>La digitalización, que debería aportar eficiencia y racionalidad al sistema, trae consigo una paradoja, aumentando los consumos en un contexto donde la prioridad debería ser la reducción global. Se abre así un debate incómodo sobre qué usos de la electricidad priorizar, qué límites imponer y que prospectivas se deben de contemplar en el futuro consumo de energía eléctrica, claro está de origen no fósil.</p>
<p>En ese contexto hablar de resiliencia es fácil, pero detrás de ese término se esconden decisiones estructurales., de qué y cómo deben planificarse las infraestructuras como las redes eléctricas. La verdadera resiliencia pasa por inversiones masivas en redes de transporte y distribución, en reservas de espacios en la planificación territorial para garantizar estas redes, por modificar planes urbanísticos que permitan integrar infraestructuras, por adaptar los marcos legales a un nuevo sistema descentralizado y por reforzar la capacidad del Estado en la planificación de un bien común como la energía que en las actuales condiciones es tratada como un elemento más del mercado especulativo en el que ninguna compañía invierte a priori en base a una planificación guiada de consumos ni en base a ninguna prospectiva energética considerando los nuevos modelos energéticos.</p>
<h3>Mejorar la regulación</h3>
<p>Las empresas energéticas implicadas son reactivas y sólo responden a peticiones cuando están se producen y cuando tiene lugar un considerable aumento en el número de solicitudes o bien la reacción es materialmente imposible o bien su tiempo de reacción es tan lento que noquea a los proyectos por falta de rentabilidad.</p>
<p>Y ya no digamos cuando en este tiempo de reacción debe intervenir Red Eléctrica Española de acuerdo a las normativas y reglas de planificación. Las autoridades deben revisar estos procedimientos si realmente se pretende estar alineado con las necesidades de una verdadera transición energética.</p>
<p><img alt="&quot;Iberdrola" src="https://cdn.elperiodicodelaenergia.com/2023/08/290873.jpg" /></p><p>En este terreno, la regulación no puede limitarse al sector eléctrico y debe alcanzar a todas las industrias intensivas en energía, desde el cemento hasta el acero o la petroquímica, porque de su adaptación depende la viabilidad de la transición. Y la cuestión no es solo económica, sino también estratégica ya que Europa no puede permitirse una transición dependiente de tecnologías importadas ni una red vulnerable a tensiones geopolíticas.</p>
<p>La guerra en Ucrania y las tensiones con China, especialmente luego de la última reunión de la Organización de Cooperación de Shangai, han devuelto a primer plano conceptos que parecían olvidados: autonomía tecnológica y soberanía energética. España y la Unión Europea deben garantizar que la digitalización de la red, la producción de componentes críticos y la gestión del almacenamiento no dependan exclusivamente de terceros países.</p>
<p>Como hemos sostenido en artículos anteriores, la transición no será viable si seguimos obviando que una red saturada convierte cada megavatio de renovable en una promesa incumplida y en una contribución al aumento de la temperatura del planeta.</p>
<h3>Super reto</h3>
<p>Y el reto no es menor. La transición energética no se juega solo en cuántos megavatios verdes se instalan, sino en la capacidad de integrar esas fuentes en un sistema robusto, flexible y justo. Ignorar las redes, relegarlas a un papel secundario, es una forma de condenar a la transición a la frustración. Y lo que es más importante, el crecimiento en las capacidades de la red no puede esperar. Ya se llevan años de retraso y la falta de planificación y de despliegue en las redes constituye la mayor garantía para las empresas energéticas para perpetuar el uso de fuentes fósiles, sólo basta en mirar las previsiones en el consumo de petróleo y gas en el mercado de futuros, y en confiar que el reemplazamiento de las fuentes fósiles por energías renovables no se llevará acabo de forma efectiva.</p>
<p>Si queremos evitar futuros apagones, tarifas inasumibles y una dependencia tecnológica que socave la soberanía europea, el debate debe salir de los titulares fáciles como autoconsumo, comunidades energéticas, parques solares, eólica, hidrógeno, baterías, CO2, …. y entrar de lleno en la verdadera, necesaria y fundamental discusión, no fácil, sobre redes, regulación y prioridades. No se trata de prometer milagros, sino de construir, con inversiones y decisiones valientes, la infraestructura invisible que sostendrá cualquier futuro descarbonizado.</p>
<p>¿Cómo se va a invertir en nuevas fuentes energéticas verdes si no hay posibilidades de transportar y distribuir esta energía eléctrica? No se pueden admitir las trampas en el solitario del despliegue de la transición energética y hoy en día todo parece indicar que las grandes empresas del sector energético están en ello bajo la “atenta” mirada del sistema del control que los responsables políticos deben revisar en busca de la eficiencia real en el camino de la transición energética y ecológica. Si no, el riesgo de repetir episodios como los del apagón de abril pueden ser muchos más frecuentes de lo que sería deseable.</p>

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